viernes, 14 de mayo de 2010

Monseñor Baltazar Porras escribe sobre el padre Esteban



http://www.elinformador.com.ve/noticias/opinion/columnas/esteban-wood/16129
El asesinato del padre Esteban, sacerdote norteamericano párroco en Puerto Ordaz, nos pone ante la espeluznante realidad que vivimos. La muerte ronda como león rugiente sobre la cabeza de todos los que habitamos una tierra que fue "de gracia", convertida en estercolero de odios y violencia.
Las muestras de cariño y reclamos de justicia y paz son la mejor prueba de la estima que gozaba el padre Esteban: por su bondad, entrega, su rostro bonachón que hizo tanto bien y dejó obras materiales e intangibles por todos los lugares donde ejerció su ministerio pastoral: Caracas, San Fernando y Puerto Ordaz. Contrasta con los que se ceban en sacar escándalos y se conforman con que este asesinato figure en las páginas de sucesos.
Cuando se siembran vientos no se recogen, sino tempestades. Consignas de muerte, monumentos y exaltación de figuras con prontuario de guerra y homicidios, desdibuja cualquier motivación social válida. ¿Marulanda, el Che Guevara, Zamora son el mejor espejo donde se tiene que retratar la juventud venezolana? ¿Grafitis como el de La Piedrita con la Virgen de Coromoto, el Niño Jesús y el Nazareno con un fusil en las manos, son las imágenes ante las cuales queremos rezar?
¿Las muertes cotidianas en las cárceles, los números rojos de asesinatos que tiñen los diarios, las bandas de desadaptados que hacen del hampa, el secuestro, la vacuna, su modus vivendi ordinario; los grupos provocadores que se sienten apoyados por el poder y agreden sin ton ni son a sus supuestos enemigos; los mensajes de guerra y de militarismo a ultranza; los poderes públicos al servicio del Gobierno y no en la defensa de la gente, son el escenario deseado para la paz y la convivencia de los venezolanos? El P. Esteban estuvo en Tovar en diciembre pasado. Vino a bautizar un hijo de Johan Santana. Fue el reconocimiento de nuestro pitcher estelar a quien le tendió la mano generosa cuando incursionó por vez primera en el norte. Esa fue la constante de este servidor bueno y fiel. Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda. Desparramó virtud y amor a borbotones. Del padre Esteban podemos decir como oración la descripción que un antiguo texto hace del cristiano: "aman a todos y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo y abundan en todo. Hacen el bien y son castigados como malhechores". Que su muerte nos haga trabajar con mayor razón por la vida plena. Que en paz descanse.
Baltazar E. Porras Cardozo

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