martes, 8 de junio de 2010

Las piedras grandes primero


En estos dias ando pensando, en nuestra parroquia, como lograr un signo, que nos ayude a pensar más en comunidad, en el conjunto, en el todo, la globalidad de la parroquia, y dejar de pensar en la individualidad. Estamos logrando crear la conciencia de PARROQUIA.

Quisiéramos aprender a establecer las prioridades, pero entre tantas necesidades, se nos hace cuesta arriba. Es como lograr pasar de lo uno, lo mio a lo nuestro, aprender a establecer las prioridades.

Un signo que nos ayude a descubrir en el Proyecto de Renovación Diocesana, sus etapas de sensibilización y fraternidad, vemos como en algunas parroquias han podido pasar las fases, y como otros, nos hemos quedado rezagados.

Todo depende de Evangelizar con santidad. El mejor proyecto de acción pastoral es aquel que logre la santidad de la persona. No estamos descubriendo el agua tibia, es la opción fundamental de la persona cristiana.

Entonces pensemos en nuestra celebración parroquial la del 6 de junio 2010, la gran solemnidad de la Iglesia de Corpus Christi. Hemos recorrido en una hermosa procesión los sectores, y en ella los jóvenes de 4a etapa nos regalaron una interpretación de Monseñor Romero, recreando el momento de la Santa Misa, donde lo asesinaron, entonces pensamos en El Cuerpo Y Sangre de Jesús, inmolado por nosotros y para redención de la humanidad. Esto es un signo evidente de avance en la fase de sensibilización. Porque los jóvenes nos evangelizaron este soleado día. En la procesión entregaron unos volantes con citas bíblicas, le pidieron a la señora Betty que les fotocopiara unas hojas, ellos la recortaron y en vez de flores regadas en las calles de Core 8, regaron el Evangelio a los transeúntes por toda la procesión. Cuando llegamos a la Iglesia Corpus Christi, dieron una excelente representación. En pocas palabras, "se botaron" con el vestuario, y demostración de motivación a todos nosotros de organización y de todo lo bueno que pueden dar a la comunidad.

Los no tan jóvenes, planificaron la ruta, establecieron las paradas (altares), y prepararon todo, eso demuestra que si se puede ser una comunidad que quiere ser fraterna.

Los hermanos que prepararon la Liturgia, los que arreglaron el sitio con las cortinas blancas y amarillas. Los del ministerio de música de Las Amazonas, que ensayaron sus cantos y vinieron a poner su don al servicio del Señor, para Gloria suya. Los monitores y lectores, todos lo que tienen parte en la caridad para ofrecer a todos una celebración digna del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Esto para un párroco emociona, anima y ayuda a seguir adelante, es por ello que les quiero ofrecer esta reflexión de "Primero, lo primero", establecer primero lo más importante, lograr descubrir lo que se debe conquistar primero. Es decir que la fase de sensibilización está caminada y debemos recorrer los signos de fraternidad, descubriendo que somos una parroquia y no tres grandes sectores.

Todavía nos queda mucho camino que recorrer, sobre todo el de la construcción de lazos sinceros de fraternidad, donde la dignidad del otro sea respetada, donde aprendamos sobre todo saber escoger las prioridades.

Quiero hacer una reflexión a partir de las meditaciones que nos brindó el Padre Raniero Cantalamessa, en el retiro sacerdotal de Caracas en mayo pasado. Tomamos el texto de “Siervos y amigos de Jesucristo” (http://www.cantalamessa.org/es/predicheView.php?id=318)

En primer lugar, las "piedras grandes"

"Al igual que en Dios toda la obra exterior de la creación mana de su vida íntima, "del incesante flujo de su amor", y así como toda la actividad de Cristo mana de su diálogo ininterrumpido don el Padre, del mismo modo todas las obras del sacerdote deben ser la prolongación de su unión con Cristo. "Como el Padre me ha enviado, así los envío yo", también significa esto: "Yo he venido al mundo sin separarme del Padre, ustedes vayan al mundo sin separarse de mí".

Cuando se interrumpe este contacto, sucede como en una casa, cuando se va la electricidad y todo se detiene y queda a oscuras, o, en el caso del agua corriente, cuando los grifos dejan de dar agua. A veces se escucha: ¿cómo quedarnos tranquilos rezando cuando tantos necesitados reclaman nuestra presencia? ¿Cómo no correr cuando se está quemando la casa? Es verdad, pero imaginemos lo que le sucedería a un equipo de bomberos que acudiera, con las sirenas encendidas, a apagar un incendio y, al llegar al lugar, se diera cuenta de que no tiene ni una gota de agua. Es lo que nos sucede cuando corremos a predicar o a ejercer otros ministerios vacíos de oración y de Espíritu Santo.

He leído una historia que me parece que se aplica de manera ejemplar a los sacerdotes. Un día, un anciano profesor fue invitado como experto para hablar sobre la planificación más eficaz del propio tiempo a los ejecutivos de grandes compañías estadounidenses. Decidió hacer un experimento. De pie, sacó de debajo de la mesa un gran jarrón de cristal vacío. Tomó después una docena de piedras del tamaño de pelotas de tenis que depositó con cuidado, una por una, en el jarrón hasta llenarlo. Cuando ya no había espacio para otras piedras, preguntó a los alumnos: "Creen que el jarrón está lleno?", y todos respondieron: "¡sí!".

Se agachó de nuevo y sacó de debajo de la mesa una caja llena de grava que derramó encima de las grandes piedras, moviendo el jarrón para que la grava pudiera penetrar entre las piedras grandes hasta llegar al fondo. "Ahora, ¿se ha llenado?", preguntó. Con más prudencia, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: "Quizá no todavía". El anciano profesor se agachó de nuevo y esta vez sacó un saco de arena, que derramó en el jarrón. La arena llenó los espacios entre las piedras y la grava. Preguntó nuevamente: "Ahora, ¿está lleno el jarrón?". Y todos, sin pensarlo dos veces, respondieron: "¡No!". El anciano tomó una garrafa que se encontraba en la mesa y derramó el agua hasta llenar el jarrón.

Entonces, pregunta: "¿Cuál es la gran verdad que nos muestra este experimento?". El más atrevido respondió: "Demuestra que, aunque nuestra agenda esté totalmente llena, con algo de buena voluntad siempre se puede añadir algún compromiso, algo más por hacer". "No", respondió el profesor. "Lo que demuestra el experimento es que si no se meten en primer lugar las piedras gruesas en el jarrón después no podrán entrar". "¿Cuáles son las grandes piedras, las prioridades de nuestra vida? Lo importante es poner estas grandes piedras en el primer lugar de nuestra agenda?".

San Pedro indicó de una vez por todas cuáles son las grandes piedras, las prioridades absolutas, de los apóstoles y de sus sucesores, obispos y sacerdotes: "nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra" (Hechos 6, 4).

Nosotros, sacerdotes, más que cualquier otro, estamos expuestos al peligro de sacrificar lo importante por lo urgente. La oración, la preparación de la homilía o de la misa, el estudio y la formación, son cosas importantes, pero no urgentes; si se aplazan, en apariencia, no se hunde el mundo, mientras que hay muchas cosas pequeñas --un encuentro, una llamada por teléfono, un trabajito material-- que son urgentes. De este modo, se acaba aplazando sistemáticamente lo importante a un "después" que nunca llega.

Para un sacerdote, poner en primer lugar en el vaso las grandes piedras puede significar concretamente comenzar la jornada con un tiempo de oración y de diálogo con Dios, de manera que las actividades y los diferentes compromisos no acaben ocupando todo el espacio".

A ésto queridos hermanos es lo que nos tenemos que dedicar con insistencia a la Oración, al encuentro íntimo con el Dios de la Vida. De esta manera, nuestro trabajo será fecundo, porque primero nuestra vida se a llenado de Dios. Lo demás se logra por simple fuerza humana.

Entonces dediquémonos a la oración y mi persona como sacedote a los sacramentos, y todos oremos por nuestra parroquia, creemos que de sesa manera nos sensibilizaremos a establecer las prioridades de nuestra Iglesia.
Como bien expresa la canción: "Juntos como hermanos"

Pbro Miles Useche

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